La intuición que nos reunió: una historia de música, vínculos y propósito

El 27 de mayo de 2024, el mismo día que se celebró el ensayo abierto de Chords of Harmony dirigido por Gustavo Dudamel en el Palau de la Música de Barcelona, María Guerrero me pidió acompañarla a una reunión por videoconferencia con el equipo de Talento Solidario de la Fundación Botín. Llevábamos varios días de frenética actividad pero quise centrarme en esa importante cita y pedí una mesa prestada en Palau Vincles.
Hacía un año que Cristina Pérez de Lema y su equipo habían acudido a nuestro 10º aniversario en el Auditorio Nacional y buscaban organizar un evento para su 15º aniversario diferente, transformador y emocionante.
No lo dudé ni un segundo. Tenía que ser BandArt.
Y así lo propuse ese mismo día. Me aventuré a proponer a una orquesta disgregada por el mundo que no tiene ni representante ni agencia. Cuyos integrantes se mueven sólamente por el hecho de tocar juntos. Y que se movilizan porque al hacer música juntos, sus corazones artistas se llenan de gozo y se recargan de pura energía vital humanista: La creación compartida, una verdadera exaltación y fiesta de la expresión artística. No hubiera sido posible llevarlo adelante sin mi hermana de alma Natasha Tchitch y mi nueva querida amiga Julia Gallego. Gracias, siempre.
Estas palabras solo son un marco para introducir otras palabras mucho más trascendentes que en el día de esta publicación nos ha remitido para su comunicación el increíble y visionario director artístico de BandArt; Gordan Nikolic, a quien desde Acción por la Música estaremos eternamente agradecidos por lanzarse a la piscina con nosotros y por su eterna generosidad de espíritu. No tengo ninguna duda de que el concierto del próximo 12 de noviembre marcará un antes y un después para muchas personas, lo mismo que ocurrió con Chords of Harmony. Me remito a mi presidenta y al maestro Abreu “la riqueza espiritual vence a la pobreza material” .
Os dejo para vuestro disfrute, este escrito y mensaje de Gordan Nikolic.
Cristina Sitz

Gordan Nikolic
Queridos colegas, querido público:
Es un placer y un honor profundamente conmovedor darles la bienvenida a esta maravillosa reunión de nuestra querida orquesta, la BandArt. Permítanme en esta ocasión, compartir algunos pensamientos muy personales.
Hace ya veinte años que nuestro grupo se reunió por primera vez, una afortunada combinación de circunstancias y una hermosa intuición humana de los miembros fundadores nos juntó.
Nos conocimos, comenzamos a tocar y surgió la magia: la interpretación, la música, la energía común nos elevó a todos y tocamos de una manera que no habíamos experimentado antes. La energía compartida, el apoyo reflejado entre todos, la responsabilidad colectiva no paralizante, se expandió como una red invisible que nos capturó en una libertad fluida, natural, incondicional y aparentemente infinita.

Podríamos hablar sin fin, cada uno de nosotros de forma distinta, sobre cómo esa experiencia afectó nuestras vidas musicales desde entonces. Los reencuentros posteriores siempre han sido milagrosos, profundamente ligados a la inmensa fragilidad de esa extraña frontera entre competencia y conexión, experiencia y comunicación, lo externo y lo interno, Apolo y Dionisio, forma y sustancia. Es una reinvención eterna. No hay mejor forma de expresarlo que con las palabras de Branko Miljković:
«¿Sabrá la libertad cantar como cantaban los esclavos sobre ella?»
Educación.
Este es un tema central, central para BandArt.
¿Cómo separar la instrucción del verdadero propósito de la educación, que en mi comprensión es aprender a vivir?
Hay que comunicar las herramientas y su utilidad, la practicidad del hacer.
Pero ¿por qué hacemos? Explorar el porqué de las cosas, esa es una cuestión educativa.
Mi querido maestro, Colin Davis, dijo una vez que la música es lo más cercano a la vida que la humanidad ha creado o descubierto.
Enseñar música, por tanto, es ayudar a aprender a vivir.
¡Gracias Acción por la Música por hacer lo que hacéis!
Beethoven.
Beethoven…
Beethoven siempre ha sido central para nosotros, los BandArtianos.
Su relación con la libertad, su profunda conciencia de la imposibilidad de la posesión, de la propiedad, de la naturaleza fugitiva de la vida, la libertad o la música.
“Toda la música es un compás de espera”, solía proclamar.
Ese es, en efecto, uno de los mensajes profundos de Fidelio, su ópera sobre la libertad, el humanismo schilleriano y su fragilidad.
Aquí estamos, exponiéndonos nuevamente a este glorioso reto, ofreciendo todo lo que somos a esta empresa prometeica de Beethoven.
Desde que nació BandArt tengo un deseo: que toquemos juntos cuando tengamos setenta años.
Estoy seguro de que tocaremos aún mejor entonces.
Que así sea.

Una profunda gratitud a las siguientes personas que han ofrecido, o aún ofrecen, contribuciones decisivas a nuestra existencia y apoyo a nuestras creencias:
Maria José Baum, Pablo Mielgo, Marta Villegas, Cristina Buisán, Alfonso Aijón, Carme Balcells, Lluís Heras, Andreas Knapp, sir Colin Davis, Barbara Hendricks, Manel Valdivieso, Ana Comesaña, Javier Perianes, La Fura dels Baus, Vicente Galaso, Elena Borderías, Manel Sánchez, Jon Plazaola, Jordi Gimeno, Bill Harking, Igor Cortadellas, Stéphane Garin, Guylene Bernizan, y un agradecimiento enorme a Cristina Sitz y Acción por la Música.
Así como a todos los BandArtianos, por nombrar solo a algunos: Julia Gallego, David Quiggle, David Ballesteros, Goran Gribajčević, Celine Flamen, Javier Eguillor, y a todos, todos los demás.
Gordan Nikolic


