«El Maestro Abreu sabía que la fuerza está en los niños» afirma el Director durante su seminario en Acción Social por la Música
Juan Carlos Maggiorani, violinista venezolano referente a nivel internacional, líder de El Sistema Portugal y uno de los pioneros en instaurar esta metodología en Europa, ha compartido su experiencia y recorrido con Acción Social por la Música. Un encuentro de intercambio de aprendizaje a partir del cual seguir creciendo con el objetivo común de transformar la vida de las personas a través de la música siguiendo los pasos del Maestro José Antonio Abreu.
Eres el lider del proyecto europeo inspirado en «El Sistema» más afianzado en Europa. ¿Ha costado mucho conseguirlo?
El Maestro Abreu nos motivó y nos mostró el camino. El «tocar y luchar» nos corresponde a nosotros. Cuando vine de Venezuela y quisimos hacer una experiencia similar nos dimos cuenta de que nuestra experiencia valía muy poco. Había una cantidad de recursos que no teníamos y, lo más importante, las estrategias no eran las mismas porque los contextos son diferentes. Copiar no funcionaba y tuvimos que partir de cero, adaptarnos. Eso es lo que le recomiendo a todos los Sistemas donde voy, que encuentren su manera. Su manera de crecer, de buscar soluciones y las cosas van surgiendo. Lo importante es dar el paso.
¿Cómo fue ese comienzo?
Comenzamos en 2007 con un grupo muy pequeño: 5 alumnos y 4 profesores. Fuimos creciendo comunicando, siendo flexibles y escuchando a los niños, sus necesidades. Por eso, lo más importante en los profesores es que se apasionen por lo que hacen. Que quieran intentar cambiar vidas con lo que saben. La técnica no nos enseña a ser apasionados. El Sistema sí.
¿En qué momento estáis ahora?
Tenemos 21 núcleos y 17 escuelas. Nosotros trabajamos con escuelas públicas y en los territorios más difíciles del área metropolitana de Lisboa y un poco más al norte, en Coímbra. Tenemos 4 jardines de infancia, 1170 alumnos y 75 profesores.
¿Qué habéis aprendido en el camino?
Muchísimas cosas. Hoy en día estoy muchísimo más preparado pero eso no me lo dio la escuela, me lo dio la vivencia. Estos años de experiencia me han enseñado que tenemos que reinventarnos, tener facetas diferentes. Tenemos que hacer todo para realmente poder sobrevivir como músicos: aprender a vender un concierto, prepararlo, trabajar tras el backstage y después hacerlo perfecto. El Sistema te obliga a ser músico y director de orquesta, a conocer otros instrumentos, a ser coordinador de un núcleo y tener que trabajar cuestiones como preparar presupuestos. Somos muy afortunados. Hoy en día hay directores de orquesta que no tienen orquestas que dirigir.
Y tu principal motivación, ¿cuál es?
Lo más lindo para mí, que es lo que me apasiona y por lo que me he quedado en este proyecto, es que aprendo de los niños. Los venezolanos somos ambiciosos y tenemos energía, pasión, fuerza… eso nadie nos lo puede quitar. Yo decía «tenemos que llegar aquí y tenemos que luchar por ello». Y eso hicimos cuando tocamos por primera vez Marcha Eslava, tuvimos que arriesgarnos porque pasar de tocar arreglos a partituras originales fue un gran salto.
¿Hubo vértigo?
Mucho. Los profesores venían del conservatorio y no creían que fuese posible porque los niños no tenían la técnica pero me empeñé en hacerlo contra viento y marea porque sabía que funcionaría. Fuimos paso a paso, nota por nota, enseñando a lo niños, buscando la manera… y al final de un año lo conseguimos. Ni de lejos tocaron perfecto pero el objetivo se cumplió. Después de la Marcha Eslava ellos no tienen miedo a nada. Al año siguiente cuando les pusimos una pieza más fácil, pedían más, ya no se conformaban. El año pasado tocamos 1812 y nadie me dijo nada. El Maestro Abreu rompió hace muchos años con la idea preconcebida de lo que pueden superar los niños. Él mismo dice que también tuvo dudas pero cuando vio los ojos de los niños dijo, «allá vamos». Sabía que la fuerza está en los niños.
¿Cómo resolvisteis el problema de masas y multitudes?
Con los campamentos. Tenemos la suerte de que el 65% de nuestro apoyo es del Ministerio de Educación, que contrata a los profesores. Como las horas no eran suficientes para tener todas las orquestas en un mismo núcleo, creamos los campamenos y un programa en pirámide que hacían todas las escuelas. Los niños sabían que iba a llegar el momento en el que estarían en una orquesta gigantesca y en proyectos como este las grandes multitudes son necesarias. Tiene muchas ventajas porque se van a conocer entre ellos, van a crear lazos, van a crecer juntos… Tenemos que llegar a todos, cuantos más mejor, porque estamos cambiando la vida de todos independientemente de su cultura, de su religión…
La fuerza del grupo…
Efectivamente, la fuerza viene de la motivación y la motivación viene del grupo. Nosotros tenemos energía, tenemos vida porque nuestros alumnos nacen y crecen en el escenario. Ellos no le tienen miedo al escenario ni a la imperfección porque no la conocen, porque los prejuicios están en los profesores. Nosotros somos los que pensamos que no pueden hacerlo porque tienen que tocar perfecto pero no tenemos tiempo para eso y la imperfección no es algo malo, nosotros aprendemos de los errores. Pero no nos concentramos en la perfección sino en la energía del grupo, en la fuerza, la motivación y el liderazgo de nuestros chicos. Y lo conseguimos. Ahora, poco a poco la perfección la vamos alcanzando, no tenemos exámenes ni evaluaciones, no queremos causar esa presión.
¿Cómo organizan los atriles?
Los organizamos a ojo y los vamos rotando. No hay rivalidad en el grupo gracias a la entreayuda.
¿Entreayuda?
Cuando los más grandes ayudan a los más pequeños, cuando tú aprendes con tu colega, con tu compañero. Entonces no existe rivalidad entre ellos, se acostumbran a compartir y crecer en equipo. Esto se fomenta en los talleres, ofreciéndoles experiencias pedagógicas colocando a los más grandes ayudando a los pequeños. Los más pequeños están contentos porque no es el profesor quien les enseña, no porque el profesor sea malo o bueno, sino porque hay una conexión perfecta entre ellos, lo ven como el hermano mayor. Y el mayor se siente motivado porque pone en práctica lo que sabe, eso es muy lindo.
Juan Carlos Maggiorani
Juan Carlos Maggiorani nació en Caracas, Venezuela. Estudió en el colegio Emil Friedman, en el Conservatorio Simón Bolívar y la Academia Latinoamericana de violín. En el marco del Sistema de Orquestas de Venezuela, participó en las orquestas Sinfónica Juvenil de Caracas, Sinfónica de Chacao, Gran Mariscal de Ayacucho y Sinfónica Simón Bolívar. En 2004 completó un grado en la Orquesta de la Academia Nacional Superior de Lisboa y fue admitido en la Escuela Superior de Música Escuela Reina Sofía de Madrid, en la clase de Zakhar Bron (con una beca de la Fundación Carolina y Albéniz), y el Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid, en la clase de Rainer Schmidt (Cuarteto Hagen). En 2012 completó una Maestría en Interpretación y educación de la música, la obtención de la profesionalización en la Escuela de Música de Lisboa y, desde entonces, su vida se vinculó a la música y Portugal.
Desde 2007 forma parte del proyecto «Orquestra Geração» en Portugal, donde implementa la metodología de El Sistema de José Antonio Abreu como Director Artístico. Además, es Coordinador Regional Pedagógico y Artístico y Maestro Principal de la Orquesta Municipal Generación de la Amadora (OMGA). En 2013 visitó diferentes núcleos de El Sistema en Caracas, obteniendo orientaciones pedagógicas y estrategias de la metodología. Actualmente tanto Maggiorani como el proyecto que lideras son un referente europeo en la metodología de El Sistema.