Por: Carmen Martín Vidal, profesora del CEIP Pío XII y voluntaria, Maestra Agente de Cambio en Acción Social por la Música
Han pasado cinco años desde que la Fundación para la Acción Social por la Música llegó al colegio de la mano de María y Cecilia, a las que siempre estaremos muy agradecidos. Éste fue el primer centro educativo que acogió una orquesta infantil de la fundación: la música comenzó a inundar felizmente no sólo las clases y pasillos de nuestro centro, también la vida de algunos de nuestros alumnos y alumnas y desde entonces son muchos los sueños que hemos ido construyendo y muchos más aún los que nos quedan por cumplir. A lo largo de este tiempo, se han iniciado en la actividad orquestal decenas y decenas de niños y niñas, encontrando muchos de ellos en la música propósitos y caminos que seguir en sus vidas.
Es emocionante ver cómo durante los primeros meses construyen un instrumento de cartón, lo personalizan y hacen suyo, lo convierten en su tesoro y a través de él van introduciéndose en este mundo mágico, tan mágico que, cuando conocen los entresijos de su violín, su viola, su violonchelo o su contrabajo, estos se convierten en un instrumento “de verdad” y como tal lo cuidan, lo miman y valoran.
Ser testigo de sus primeras notas y de los grandes avances que han conseguido a lo largo de estos años, es una experiencia que como docente, como músico que soy y como alguien que quiere a estos niños y niñas, me llena de felicidad, de orgullo y de admiración hacia ellos.
Este proyecto les acompaña en su crecimiento: algunos de ellos se han hecho mayores con una viola o chelo entres sus manos y siguen unidos por un vínculo que no entiende edades, razas o religión, va más allá de cualquier otro factor que creamos pueda ser causa de división; han formado parte de un mismo sueño, ¡han hecho y hacen música juntos!
En el colegio, hemos comprobado cómo formar parte de la orquesta multiplica las oportunidades de los alumnos y alumnas, abriendo sus sentidos a otros mundos llenos de posibilidades para ellos. Son muchos los que han cambiado su resignación ante el mañana y que cuando hablan de sí mismos en un futuro aún lejano, se ven como contrabajistas, chelistas o violinistas.
Mejoran académicamente, sanan sus relaciones familiares, comienzan a valorarse de manera positiva, aumentando su autoestima; aprenden de esfuerzo, de constancia, silencio y escucha, respeto; encuentran un lugar en el que son imprescindibles y donde pueden sentirse valiosos y hacer sentir valiosos a sus compañeros.
Los ensayos se convierten en un espacio de encuentro donde son protagonistas de verdaderas historias de superación personal instrumento en mano, marcando un antes y un después en sus vidas y en las vidas de quienes les rodean… también en la mía.
¡Gracias por hacernos parte de este gran proyecto!