“El movimiento es signo de que existe la vida”, declara Marina Ayán, MAC Coordinadora del Área de Danza y Movimiento de Acción Social por la Música; “ya en el vientre de nuestras madres nos movemos, la propia respiración lo requiere y resulta conformar y expresar nuestra propia identidad”.
Éste es el motivo por el que las sesiones de movimiento en el Aula Social del Teatro Real de Madrid comienzan con un diálogo en el que hay mucho más que palabras: el lenguaje corporal es el medio esencial por el que los componentes del Coro de Manos Blancas exteriorizan quiénes son y cómo están. “En una experiencia liberadora, la expresión desbloquea las realidades que estos chicos y chicas experimentan en su propia piel”, explica Ayán.
El calentamiento inicial se lleva a cabo mediante ejercicios, por ejemplo, de propiocepción. Es una manera de dar un paso al momento presente, de tomar conciencia de uno mismo y del lugar que ocupa en el mundo. Y es que, a través del movimiento, se trabajan profundamente las habilidades intelectuales y la mejora de la psicomotricidad, entre otros aspectos. Para generar un impacto más integral, el Área de Danza y Movimiento actúa en continua coordinación con el Área de Musicoterapia de la Fundación.
La segunda parte de la sesión se desarrolla en torno a dinámicas de movimiento en grupo, fundamentalmente en dos modalidades: pautado y orgánico (que permite acoger e integrar de manera particular la coreografía a través de la apropiación de la práctica). “Se trata de una etapa de búsqueda del punto común entre un tipo de movimiento y otro que se convierte en un proceso de aprendizaje y crecimiento tanto para los participantes como para el propio equipo”, declara la maestra Marina.
A través del movimiento en grupo, se pasa de la individualidad a la apertura a los demás, dando forma a un grupo del que todos los chicos y chicas son parte indispensable para la integración mutua. Ayán reconoce que “al principio, lo que existía eran grupos cerrados según las características de los participantes; hemos conseguido que, a día de hoy, todos sean uno”.
“Uno de los mayores retos que hemos superado”, continúa, “es el contacto: se trata de una cuestión especialmente compleja, sobre todo trabajando con niños y niñas con trastorno del espectro autista (TEA). Hemos logrado establecer un equilibrio dentro de la actividad que, de manera lúdica, ayuda a gestionar el contacto como un elemento normal dentro del contexto en el que se encuentran”.
El Aula Social del Teatro Real de Madrid ha servido de escenario para la amistad entre menores con trastornos de espectro autista, síndrome de down, en riesgo de exclusión, víctimas del terrorismo y la radicalización y en situaciones de violencia. Cada uno de ellos ha desafiado sus propios límites y ha puesto en juego sus capacidades al son de una melodía que les permite ser ellos mismos, sin más etiquetas ni reservas.
El Programa de Acción Especial de Acción Social por la Música nació en 2015 y ha dado lugar a las diferentes agrupaciones (Coro de Manos Blancas, Coro Vocal y Agrupación Orquestal) que componen hoy el Aula Social, enmarcada en las iniciativas que desarrolla Teatro Real de Madrid dentro de su Programa Social.
A través de esta iniciativa, Acción Social por la Música colabora con el madrileño teatro de la ópera y otras cinco entidades de carácter solidario: Fundación ANAR, Fundación Síndrome de Down Madrid, Federación Autismo Madrid, Federación Española de Padres de Niños con Cáncer y Fundación Víctimas del Terrorismo.